El feminismo es una apelación histórica al buen sentido de la humanidad

Mary Wollstonecraft

 

El objetivo principal es exponer la historia, movimientos, y corrientes del feminismo en los últimos 40 años. El feminismo explica la sociedad en su conjunto y las razones para defenderlo, por eso es necesario conocer su historia, la lucha de las mujeres por sus derechos básicos, por el voto, por la educación, por sus libertades,… Contra la violencia que hemos padecido a lo largo de la historia y aun ahora, por convertirnos en sujetos, por ser iguales, por construir un mundo a la medida de todos los seres humanos; conocer lo que hace falta y que no sigamos siendo las mujeres las que tengamos que cargar sobre nuestras espaldas y nuestras vidas el peso de ese trabajo gratuito e invisible. Definir y categorizar adecuadamente estas violencias, ayuda a luchar contra ellas y ayuda a construir un mundo más igualitario. Porque todo eso es el feminismo y mucho más.

 

1 Introducción

 

Es fundamental para las mujeres saber de dónde venimos, qué problemas hemos tenido que afrontar, qué nos ha permitido llegar hasta aquí, quiénes han sido nuestros aliados y quiénes nos han puesto obstáculos hasta el fin….

(Ana de Miguel)

 

Por ello, es necesario, importante, imperativo, que nuestras y nuestros jóvenes conozcan la historia real con todos y todas sus protagonistas, sin exclusiones, y se reivindique el papel de las mujeres como igual, como persona en la construcción de la historia de la humanidad.

 

2 Origen y breve repaso histórico

En la actualidad, al menos formalmente, a las mujeres se les comienza a conceder  iguales derechos que a los hombres, pero esto no es por una evolución natural, ni por el simple establecimiento de los sistemas democráticos. Es porque muchas mujeres, a lo largo de los últimos siglos, han desarrollado una importante lucha para conseguirlo.

El feminismo como movimiento organizado aparece en el siglo XVIII, con la Ilustración. En esta época se dio forma a los derechos fundamentales, a ideas como la libertad, la ciudadanía, la justicia o la igualdad. Unos derechos que fueron creados por hombres y aplicados solo a los hombres, excluyendo a las mujeres de su disfrute. Este supuso el punto de partida en la lucha por la igualdad.

Las feministas del siglo XIX y principios del siglo XX, centraron sus reivindicaciones en los derechos políticos (derecho a votar y a ser votadas), el derecho a la educación, a la propiedad y derechos en el matrimonio. Porque por entonces, las mujeres no podían estudiar, ni tener propiedades, ni tomar sus propias decisiones. A lo largo de su vida, pasaban de depender de su padre a depender de su marido.

Haciendo un muy breve repaso histórico, en España, el voto a las mujeres se reconoce por primera vez en la Constitución de 1931, durante la Segunda República, aunque posteriormente se perdió con la llegada del régimen dictatorial de Franco y no se vuelve a restablecer el derecho a votar tanto para mujeres como para hombres, hasta la Constitución Española de 1978.

La Segunda República fue crucial, ya que el cambio del marco regulatorio favoreció notablemente los derechos de la mujer española:

  • Reconocimiento del voto femenino
  • Reconocimiento del matrimonio civil y el divorcio
  • Reconocimiento del derecho de la patria potestad de las mujeres sobre sus hijos
  • Eliminación del delito de adulterio para las mujeres

Y además trajo consigo toda una legislación laboral que tiene que ver con igualdad de salarios entre hombres y mujeres. Se estaban dando pasos enormes desde el punto de vista legal, pero el cambio de mentalidad en el comportamiento cotidiano, no se estaba dando.

En este entorno, la mujer, aunque sumisa por el patriarcado, empieza a estudiar, formarse y entender su papel. Algo se estaba gestando. Muere Franco en 1975 y dos semana después se celebra en Madrid (aún en la clandestinidad) el «Primer Día de la Liberación de la Mujer».

Es entonces en los años 70 cuando el pensamiento feminista pasa a la teoría, a un movimiento donde las individualidades se vuelven colectivas. Se vive el «movimiento de liberación de la mujer», las mujeres exigen salir del espacio doméstico y reclaman su lugar en el espacio público. Quieren desempeñar un papel más allá del rol tradicional de madres, amas de casa y esposas, y luchan por participar activamente en la vida social y política, por sus derechos sexuales y reproductivos, por no ser discriminadas en el mundo laboral, por el reconocimiento al papel que han jugado muchas mujeres a lo largo de la historia.

 

3 El feminismo en España

3.1 La década 1970-1979

Las primeras movilizaciones en los años 70 comenzaron con las asociaciones de mujeres universitarias. El movimiento feminista estaba en ese momento también en la transición con los partidos políticos que aún estaban en la clandestinidad pero aún así los partidos políticos y sindicatos tuvieron que aceptar que las compañeras plantearan el tema de la igualdad. Pero las expectativas se verán defraudadas por un modelo de transición demócrata excesivamente basado en el consenso. El pacto democrático dejaba fuera que las reivindicaciones de las feministas escaldadas por su doble militancia entendieron que la lucha por la igualdad política y social de las mujeres era un camino a emprender en solidario.

El 1975 aparece como fecha clave, fue el año de celebración para el feminismo español, año en que las Naciones Unidos declara el Año Internacional de la Mujer, y es particularmente una fecha trascendental porque dos semanas después de la muerte de Franco, se celebra el primer día de la liberación de la mujer en Madrid.

 

Podemos decir que los días que tuvo lugar en Madrid en diciembre de 1975, aún en la clandestinidad, es el momento de la iniciación del feminismo Moderno españoles.

(Agustín Puertas)

 

Las primeras organizaciones en general se hacen llamar «organizaciones de mujeres».  Esta tendencia constituirá en 1979 el Partido Feminista de España. Lo integraban notablemente mujeres del partido comunista español, mujeres de  las asociaciones democráticas y las que pertenecían al Partido de Trabajadores de España.

3.2 La década 1980-1989

Las conquistas más significativas sólo se llevarán a cabo durante los años 80: la adopción de una ley sobre el divorcio en 1981, la creación del Instituto de la Mujer en 1983 y en 1985, y la despenalización del aborto bajo ciertas condiciones. El movimiento feminista jugara un papel clave en estas reformas a través de protestas y acciones públicas, y presentación de propuestas de leyes.

Este período también termina con un chasquido. En 1988, la Federación de Organizaciones feministas del Estado español se reunirá con las feministas sobre la cuestión de la violencia contra las mujeres. Los temas son de gran importancia como: la violencia contra las mujeres, asalto sexual, la violación, la pornografía, la prostitución, etc.

3.3 La década 1989-2000

Esta fase comienza a principios de los años 90. Marcada por la caída del Muro de Berlín y los debates en torno del fin de las ideologías, estos años se caracterizaron por una pérdida significativa de la movilización social. España en esta década ha sido testigo de un descenso en participación.

3.4 Nueva configuración del feminismo: 2000-2008

Algunos eventos marcaron la línea divisoria entre las dos fases: el surgimiento de la movilización contra la globalización y la celebración en 2000 de la Marcha Mundial de las mujeres contribuyeron a revitalizar de nuevo el movimiento.

El 7 de Julio de 2004 se aprueba en anteproyecto de reforma la Ley del Aborto, unos meses después la retirada. Esta ley llevaba un contenido misógino, pues no sólo nos dice que la mujer no puede tener decisión sino que además ese derecho de la mujer es pecado y delito. Por eso desde Naciones Unidas no se iba a consentir y recuerdan esos derechos. Esto suponía un retroceso de 20 años al volver a identificar la igualdad con las políticas sociales y al movimiento feminista con una extravagancia política.  

Se crea la Ley de la Igualdad aprobada por las cortes en el año 2007, una de las principales consignas es que la igualdad es una condición esencial de la democracia y en ningún caso debe interpretarse como un asunto propio de mujeres. Pero la ley está derogada, no jurídicamente pero si de facto, porque no se aplica si no tienes una masa crítica para vigilar que la igualdad no sea simplemente un principio o un derecho, y el feminismo pasa a ser una batería académica. Y ese es el problema.

En este año se crea también el Ministerio de Igualdad. Se empiezan a generar políticas públicas de igualdad para mujeres. Por ejemplo, si te rompes un brazo no se pierden las vacaciones, se reservaba ese derecho y se recuperaba después. Pero por maternidad sí se perdían las vacaciones, con eso hemos vivido hasta 2007.

 

4 El feminismo y sus corrientes

4.1 Feminismo de la igualdad / Feminismo de la diferencia (años 70/80)

Hasta el momento se hablaba del Feminismo de la Igualdad, pero comienza a aparecer lo que se denomina Feminismo de la diferencia, y es principalmente en los años 70 y 80 cuando aparecen intensos debates entre defensoras de una corriente y otra. Y aunque sigue habiendo matices y discusión, ambas corrientes se han encontrado en los «feminismos» ya desde los inicios de esta tercera ola.

Feminismo de la igualdad

Desde el feminismo de la igualdad se asume una postura crítica hacia el mundo masculino, la división sexual del trabajo y el patriarcado.

Esta corriente negocia cambios legislativos y normativos para lograr la igualdad de las mujeres con los hombres y eliminar cualquier diferencia artificial basada en el sexo,  los privilegios de un sexo sobre el otro.

Entre sus autoras más destacadas están Christine Delphi, Celia Amorós o Empar Pineda.

Feminismo de la diferencia

Por su parte, el feminismo de la diferencia no habla de desigualdad, sino de diferencia. Y plantea la igualdad entre mujeres y hombres, pero nunca asemejar a la igualdad con los hombres porque eso implicaría aceptar el modelo masculino.

Frente al liberalismo, el marxismo y otras ideologías que consideran masculinas, proponen construir una feminidad que sea de por sí «sujeto revolucionario». La liberación de las mujeres pasaría así por remarcar su diferencia sexual y dejar de tener como punto de referencia a los varones. Su lema es: «Ser mujer es hermoso».

 

Lo contrario de la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad. Hemos contrapuesto igualdad a diferencia cuando en realidad no es posible conseguir una verdadera igualdad sin mantener las diferencias. Lo contrario no sería más que una colonización a saco. 

…empezamos a caer en la cuenta de que nosotras éramos feministas de la diferencia. ¿Por qué? Porque nuestro camino hacia la libertad partía precisamente de nuestra diferencia sexual. Esa era la piedra filosofal.

(Victoria Sendón de León)

 

El principal punto de la divergencia entre estas dos tendencia es que las feministas de la igualdad consideran que la masculinidad y la feminidad son roles de género construidos socialmente y por consiguiente, al ser un constructo creado por la sociedad, perjudica a una parte de la humanidad y en consecuencia, hay que acabar con esos roles de género.

Las feministas de la igualdad afirman que los varones han utilizado esa diferencia para someter a las mujeres, que han usado la capacidad de gestar nuevos seres para tenerlas bajo control. Las feministas de la diferencia dicen que esto es  cierto, pero porque han utilizado las diferencias a favor de la desigualdad. Las diferencias de raza, de edad, de religión, de lengua, de etnia y de sexo han dado lugar a múltiples desigualdades. Pero la diferencia nada tiene que ver con la desigualdad. Se ha contrapuesto igualdad a diferencia cuando en realidad se debe contraponer a desigualdad. No se puede conseguir la igualdad sin mantener las diferencias. La anulación de las diferencias lleva a un modelo único, a un pensamiento único, un modelo dominante y dominador.

Lo que tienen en común estas dos tendencias, es liberar a la mujer del segundo plano al que estaba relegada, unas cambiando las leyes y las condiciones para que la mujer fuera valorada y otras cambiando la vida privada de las mujeres explorando en grupos la autoconciencia.

Muchas feministas de la igualdad pertenecían a partidos políticos de izquierdas, sin embargo, las  feministas de la diferencia eran ácratas.

4.2 Tercera ola: postfeminismo (años 80-90)

La tercera ola del Feminismo, años 80-90, arranca del Feminismo cultural: principalmente del ecofeminismo y del feminismo lesbiano.

El Ecofeminismo es una corriente nacida como contestación a la apropiación masculina de la agricultura y de reproducción, es decir de la fertilidad de la tierra y la fecundidad de la mujer teniendo como consecuencia dicha apropiación la sobreexplotación de la tierra y la mercantilización de la sexualidad femenina. Esta corriente propone la unidad de objetivos en el movimiento feminista  y en el movimiento ecologista, objetivos comunes como igualdad de derechos, abolición de jerarquías… y ambos, afirma, deberían trabajar conjuntamente en la construcción de alternativas teóricas y prácticas.

El feminismo lesbiano considera a las corrientes de los años 70 como monolíticos, poco abiertos a la pluralidad cultural, racional y sexual, y comienzan a dar protagonismo a las mujeres negras, chicanas, lesbianas, transexuales, etc.

4.3 Neofeminismo

Antes de iniciar una revisión del feminismo actual hay una frase de Victoria Sau (1986) que retrata muy bien los momentos de la mujer en la historia y la  posición que las mujeres deben de adoptar para el futuro. Ella  escribe:

 

el  feminismo sería la culminación de un proceso de tres fases: victimismo, que se limita a deplorar el sometimiento y la explotación, representado por la figura de Casandra; denuncia de los abusos de poder y las leyes que lo permiten, encarnada  por  Antígona; actuación, el momento de Lisastra, en que las mujeres deciden transformar el ámbito sociocultural, político y económico.

 

Si se analiza el mundo se observa la fusión de las tres posturas, países en vías de desarrollo con miles de Casandras, dominadas y explotadas, y otros países donde las posturas de Antígona y Lisístrata se entrecruzan con la de Casandra. La situación actual de la mujer en el mundo, ya se ha dicho anteriormente, varía mucho según el área geopolítica en la que se encuentre.

 

5 Puntos y conceptos claves para un feminismo real

Discriminación / Igualdad

Habitualmente se piensa que la discriminación es la clave para definir la igualdad, pero es necesario hacer una distinción terminológica. La igualdad es algo más, es crear algo que no existía antes, por ejemplo derecho a la baja por maternidad,… Discriminación es solamente tomar nota de donde están las desigualdades.

Democratizar los espacios

Esto se resume básicamente en las mismas oportunidades. No es colocar mujeres en diversos espacios, democratizar los espacios implica un planteamiento epistemológico y metodologías que incorporen las subjetividades de cada dinámica social, desterrando así, al menos a un nivel analítico, el mito de la objetividad del pensamiento androcéntrico.

Discriminación positiva

Cuando aparecen desigualdades lo principal es buscar mecanismos para compensarlo. Por ejemplo si yo soy atleta y en una carrera salgo un minuto más tarde no se me puede esperar el mismo tiempo que a los demás corredores. Esa discriminación hace que los hombres jueguen con ventaja, no por ellos mismos, sino por cómo está la sociedad. Para evitar esto se crea la discriminación positiva: medidas que favorezcan a las mujeres para que estén en igualdad de condiciones, es decir, salir al mismo tiempo que los demás corredores, cuando tenga las mismas posibilidades de llegar con el mismo ritmo que los demás.

Políticas de conciliación

Herederos de la tarea del cuidado, como tarea propia del universo femenino, el género y el tiempo se erigen en pareja de hecho mutuamente afectada por los rigores de uno y otro cónyuge conceptual. Por eso las políticas de conciliación son imprescindibles.

 

6 Panorama actual y feminicidio

¿Y hoy día? En la actualidad siguen activas muchas de las reivindicaciones de estas mujeres de los años 60. Aunque las mujeres tienen reconocidos los mismos derechos que los hombres en la mayoría de los países democráticos, continúan sufriendo discriminación en muchos terrenos.

También en los últimos años se ha puesto el foco en asuntos tan importantes como la violencia de género, que afecta a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, y del que nunca se había tenido tanta conciencia social, al menos en lo que se refiere al asesinato de mujeres, porque otras formas de violencia aún no son tan visibles.

¡Basta ya, ni una menos! Ese debe ser nuestro grito de cada día contra los asesinatos de mujeres, hasta que la cifra sea cero, hasta que se nos respete nuestro derecho a una vida libre sin violencia, como personas que somos también y que lo merecemos.

El alto coste somos las víctimas, porque violencia de género somos todos y todas, este es un problema de mujeres y de hombres, de cualquier clase social, cultura, ideología o, religión... Y a cualquiera nos puede tocar, porque un día, una de esas mujeres puede ser tu hermana, tu amiga, tu vecina, tu madre, tu compañera de trabajo... y entonces, ese día será demasiado tarde para lamentarse y buscar soluciones.

Cada día, en los telediarios, vemos como la cifra de maltrato y asesinatos suma y sigue..., siendo la segunda causa de muerte en España. Son cifras que reflejan la consecuencia de una raíz más profunda. Sin embargo, al tratarse de violencia de género, ya casi ni nos espantamos, esa cantidad de prejuicios y estereotipos nos hacen verlo como algo normalizado en lugar de escandalizarnos. Bueno, pues yo creo que en este caso está totalmente clara cuál es la causa, e incluso el antídoto… entonces… ¿por qué no se empieza a aplicar ya para vacunarnos contra esta epidemia?

Este agente letal se llama feminicidio. Un término que quizás muchos desconocen, o a otros les sonará lejano, y lo cierto es que la gran mayoría de la opinión pública no lo relaciona con los casos de violencia contra las mujeres que a diario suceden en nuestro país. Sin embargo, es necesario recordar que el feminicidio está presente en todas las regiones del mundo y que es la expresión más extrema de la violencia contra las mujeres.

Los feminicidios son crímenes por convicción, igual que lo es el terrorismo. Nos matan por el hecho ser mujeres. Y esto es lo que llamamos violencia de género, que podríamos decir que es un terrorismo de género. Las mujeres no mueren, las matan. Y quien asesina no es extranjero o nacional, sino hombre. Y quien muere, mujer.

Ser mujer, a día de hoy, es un oficio de alto riesgo. Vivimos en una sociedad patriarcal donde esa violencia tiene su origen en la socialización de género que todos y todas hemos recibido y que aún a día de hoy se sigue transmitiendo. El asesino usa la violencia legitimado por el poder que ha adquirido en su rol de hombre, y con la intención de que la mujer se mantenga en la sumisión y parámetro que le corresponden por el hecho de nacer mujer.

Para frenar esto se creó la igualdad de ley, recogida en la Ley Integral de   Violencia de Género (LIVG). Tarde, en 2004, pero se creó, y con ella se condenan todo tipo de actos discriminatorios por género.

Aunque a pesar de esto, el problema no queda eliminado, porque la igualdad de ley existe, pero todavía tenemos demasiados prejuicios, modelos,… que obstaculizan esa equidad real entre hombres y mujeres. La violencia de género ha sido y sigue siendo un delito invisible.

Cada día mueren mujeres a manos de sus parejas, pero muchas son las que sufren en silencio el maltrato en diferentes ámbitos. Es necesario que las instituciones públicas y todos los agentes sociales asuman este tipo de violencia como un problema político y social prioritario. Es necesario adquirir compromisos que se cumplan; poner el foco en los agresores y no solo en las mujeres; aplicar medidas educativas basadas en la igualdad; la atención integral a las mujeres, reconociéndolas como sujetos de derecho y no solo como objetos de la violencia.

Basta ya también de vacías declaraciones, resoluciones que quedan en papel mojado y políticas que nunca verán la luz mientras seguimos sumando mujeres asesinadas por las violencias machistas.

 «Se pueden cambiar leyes, establecer más controles y hacer un seguimiento más estricto de lo que está pasando», pero nada de esto surte efecto, como indica Camps, «sino cambia la mentalidad de las personas y la voluntad de hacer las cosas de otra forma».

 

7 Nuestro presente: ¿cuarta ola?

El feminismo se ha medido siempre en olas, por tanto podríamos decir que estamos ante una cuarta ola feminista que es la más internacional de todas y eso explica por qué estamos gestando hechos tan importante como los paros internacionales de mujeres, lesbianas, travestis y trans.

Gracias a los avances en tecnologías de la comunicación, el feminismo se ha vuelto más global; a través de Internet y las redes sociales se conocen, se comparten y se apoyan las reivindicaciones de mujeres de diferentes partes del mundo, se organizan plataformas feministas, o se asiste a encuentros y conferencias on line.

El mundo se ha tornado cada vez más hostil y creo que hoy el feminismo es imprescindible con sus propuestas para la construcción de una democracia feminista. Pero es muy importante que quienes queremos construir alternativas, entendamos el lugar estratégico del feminismo, que tiene que ser transversal en todos nuestros objetivos políticos y que tiene que estar a la delantera.

La sociedad requiere de un feminismo postgénero que salvaguarde como sujeto político el «nosotras, las mujeres», para construir el verdadero sujeto político del feminismo, que se vislumbra como la tarea medular del feminismo de la cuarta ola. Es un reduccionismo pensar que la construcción del género puede negar la biología, pero también el negar el sexo como realidad genética, biológica, anatómica y fisiológica supone un callejón sin salida intelectual. Del mismo modo que el genérico ‘diversidad’ no puede suplantar la singularidad de los diferentes colectivos. Algunos programas a favor de la no discriminación de las mujeres se convierten en «atención a la diversidad» como si fueran lo mismo, al igual que la ultraderecha quiere diluir la violencia machista en la supuesta violencia intrafamiliar.

El carácter dicotómico de una cultura que privilegia la división de los géneros invisibiliza formas otras de vivir como mujer, hay que buscar las des-identificaciones de género, reflejando en esta práctica que este no es un hecho inmutable, sino contingente y como tal transformable. No se trata de aprisionar el devenir mujer u hombre en modelos rígidos de masculinidades y feminidades, sino de constituir maneras de ser mujer y hombre de cara a un despliegue del deseo poder.

 

A través de la metamorfosis el proceso del sujeto sigue su curso. Así pues, ¿qué importa que este nuevo sujeto parezca, sienta y suene de modo inusual? Ella, o él, es un sujeto monstruoso, híbrido y hermoso. Y, ¿a que no lo sabes? ¡Está riéndose!

(Rosi Braidotti)

 

Finalmente, habría que decir, como dijo Deleuze un poco antes de morir «es solo una vida», vivida en su nivel más elevado y es esto precisamente lo que implica ser mujer en tránsito o en proceso permanente de nomadización y desarraigo.

Irigaray en referencia a la subjetividad de la mujer, dice que esta debe aprender a decir yo antes de llegar al uso social del nosotras. A partir de la delimitación de los conceptos de igualdad, identidad y diferencia se llega a la conclusión de que la conquista del llamado «espacio de iguales» sigue siendo el reto feminista fundamental. Tal conquista pasa necesariamente por el respeto a las diferencias individuales, esto es, por el reconocimiento del derecho de cada mujer a desarrollar su proyecto de vida de forma radicalmente libre.

 

8 Mi propuesta y justificación

Reivindico el feminismo en la convicción de que es un movimiento social y político para proponer una transformación radical de la sociedad, en justicia e igualdad. Sin feminismo no hay democracia, es un principio básico y esencial. Pero la igualdad real entre mujeres y hombres no se consigue sólo obligando por ley que haya mujeres sentadas en los Consejos de Administración, y ni siquiera consiguiendo que se igualen los salarios. Es necesario que los jóvenes también sepan que el feminismo explica la sociedad en su conjunto al igual que saben qué son los derechos humanos y por qué hay que defenderlos. Que conozcan su historia, que sepan por qué no hay mujeres en los libros de texto, qué conozcan la lucha de las mujeres por sus derechos básicos, por el voto, por la educación, por sus libertades, contra la violencia que hemos padecido a lo largo de la historia y aun ahora, por convertirse en sujetos, por ser iguales, por construir un mundo a la medida de todos los seres humanos; que sepan lo que hace falta para que no seamos las mujeres las que tengamos que cargar sobre nuestras espaldas y nuestras vidas el peso de ese trabajo gratuito e invisible. Todo eso es el feminismo y mucho más. Y los jóvenes tienen que saberlo, definir y categorizar adecuadamente estas violencias, ayuda a luchar contra ellas y ayuda a construir un mundo más igualitario. Por supuesto que la sociedad debe castigar la violencia pero si no atacamos el problema desde su raíz jamás conseguiremos que aquella disminuya.

No creo que la educación por sí sola vaya a transformar la sociedad para mejor, pero sí creo que sin la educación que necesitamos no podremos construir una sociedad que defienda valores democráticos, de justicia, y de derechos humanos.

Y este es un trabajo en educación que ya comienza desde la infancia. Hay que romper ya con los prejuicios y estereotipos. Los juegos y referentes culturales entrenan a las niñas y niños sobre como tienen que comportarse, expresarse y relacionarse. Colores rosas, muñecas, cocinitas y princesas. Colores azules, barcos piratas, fútbol y superhéroes. Las niñas deberán ser sumisas, tranquilas y obedientes, y los niños no podrán llorar y ser sensibles, deberán ser fuertes y valientes…. ¿No sería mejor que fueran libres para sentir, expresarse y actuar? Necesitamos niñas y niños con conciencia y compromiso, que defiendan en público la igualdad. Que tengan capacidad de pensar más allá́ de lo convencional y no se dejen influir por los modelos que a menudo se muestran en la televisión, el cine, la literatura, las redes sociales... Para construir una sociedad justa e igualitaria, es necesario educar en el feminismo.

 

9 Conclusión

A lo largo de la historia y en las grandes revoluciones las mujeres han estado siempre presentes en la lucha reivindicando sus derechos y libertades. Y además participaron en esa doble lucha, en su condición de asalariadas junto a los trabajadores, y como mujeres para intentar cambiar sus condiciones de vida y conseguir la igualdad.

Aquellas grandes mujeres luchadoras no se rindieron y dieron ejemplo tomando un papel activo en la lucha, y gracias al movimiento feminista se han impulsado cambios fundamentales, el principal ha sido reivindicar el empoderamiento, que la mujer tenga el control de su propia vida y sus condiciones, que disponga de su capacidad para decidir y una autoestima fortalecida.

La revolución de las mujeres está aún a medio camino y el mundo está a años luz de ser igualitario, pero esa transformación no puede esperar más. Todas somos mujeres, todas merecemos una vida digna y libre, y todas tenemos derechos. Unamos fuerzas para seguir poniendo en alto el significado de ser mujer.

Compañeras, la lucha es común, y el camino compartido.

Y quiero terminar citando la compañera Alicia Murillo:

 

Por eso, si volviera a nacer, no lo dudaría: una y mil veces, volvería a ser mujer. Y volvería a rodearme de todas las maravillosas mujeres que a lo largo de mi existencia me han enseñado que ser mujer es un verdadero privilegio. Mis mujeres…

 

 

Bibliografía

Agra, Ma Xosé (comp.) (1999). Ecología y Feminismo, Granada:  Comares.

Amorós, C. (1007). Tiempos de feminismo: Sobre feminismo, proyecto ilustrado y postmodernidad. Madrid: Cátedra Editorial.

Braidotti, R. (2005). Metamorfosis. Madrid: Akal.

Camps, Victoria (1974). Manifiesto para la liberación de la mujer. Barcelona.

--- (1984). «Feminismo: la revolución total», en Jornadas sobre Feminismo Socialista. Madrid.

--- (1986). Aportaciones para una lógica del feminismo. Barcelona.

--- (2000). Reflexiones feministas para principios de siglo. Madrid.

--- (2008). Segundas reflexiones feministas para el S.XXI. Madrid.

Irigaray, L. (1982). Ese sexo que no es uno. Madrid: Saltés.

Uría, Paloma (1992). «Igualdad y diferencia en la historia del pensamiento feminista», en: Viento-Sur, nº4, Madrid.

Wollstonecraft, M. (2000). Vindicación de los derechos de la mujer. Madrid: Ed. Cátedra, Instituto de la Mujer.