Quiero decir, porque no hablo desde la Antropología cultural/esencial (incluso anterior a las subjetividades), el lenguaje hoy de moda. Llevo años señalando que tal Antropología, enmascarada en el vértice del progresismo actual, es el verdadero enemigo de la radical historicidad.

 

 

I. En el vértice del progresismo actual

Esta cita de Juan Carlos Rodríguez, dicha de mil maneras diferentes antes de quedar estampada, con estas palabras en su escrito sobre «La mirada de la moda», señala el enjambre necio en el que ha quedado enredado todo el pensamiento y la política de «izquierdas» desde hace algunos lustros. El futuro no tiene porvenir. El pasado, retocando a Lowental, es un país extranjero.

Manuel Valle evidenció el paso desde «el cliente del mundo» hasta «el flautista de Hamelin». Hoy nos atreveríamos a afirmar, que el lugar en el que estamos, sería el del «flautista de Hamelin en el psiquiátrico».

Con una «izquierda» que parece asumir sin demasiada crítica, la agenda de una fracción dirigente y dominante dentro del capitalismo actual, centrada en las Big tech, que propone su diseño del mundo y sus proyectos, en la que la tradicional dicotomía derecha-izquierda parece no significar mucho, dentro de un esquema de poder que no quiere Estados, ni gobernantes fuertes e independientes, todo emborrizado en las renovadas prácticas filantrópicas [1] que ya aparecieron en el siglo XIX, a fin de institucionalizar las nuevas formas de capitalismo.

 

 

Estas fracciones hegemónicas pretenden remover dos obstáculos que impiden hacer realidad la diseñada distopía del capital global, y, que son por un lado, los fundamentalistas del mercado y por otro, los activistas antiglobalizadores.

La mejor formulación que hemos encontrado como pregunta que nos tendría que preocupar a todos, la ha hecho un crítico uruguayo, Hoenir Sarthou, de la siguiente manera: «Me pregunto por cuánto tiempo la izquierda política podrá seguir esquivando este asunto. Porque no todos los días, ni todos los siglos, el poder mundial se reestructura».

¿Cuál es la razón de que la hayamos elegido?

El motivo fundamental radica, en que enlaza con nuestras preocupaciones desde hace unos años, y,  que se contiene en la frase, «ni todos los siglos», lo que me llevó a intentar diagnosticar, si no nos encontraríamos en una situación homóloga a la de Lenin, cuando en 1916,  hace llegar a su hermana María, (su hermana Ana estaba detenida)  El imperialismo fase superior del capitalismo, para su publicación. Simplemente, recordemos que sin esta obra, no habría habido, Tesis de abril.

La Asociación de estudios marxistas  «recauchutada» conserva la misma preocupación que cuando decidimos fundarla Juan Carlos Rodríguez y yo mismo. Mi primer seminario durante su proceso de germinación, dejaba claro y desarrollaba una preocupación que sigue siendo actual: Lo que no puede durar en la teoría marxista. Su inspiración «althusseriana» saltaba a la vista.

 

II. La ADEM 1.0

Este segundo apartado, va dirigido fundamentalmente a las jóvenes incorporaciones a la  ADEM (y las nuevas que esperamos), mediante una exposición breve de su trayectoria. Utilizaremos para ello, materiales publicados, documentos y fotografías, que muy escogidos faciliten una visión de conjunto, desde su inscripción en el registro de la Delegación de la Junta de Andalucía, el 22 de febrero de 1988, hasta sus últimas actividades relevantes.

La imagen siguiente es una copia de la primera página entregada en dicha Delegación.

 

 

La siguiente, corresponde al primer tríptico de la ADEM, que tiene el doble interés para el lector de comprobar, en primer lugar, que la forma que tomó el comienzo de la Asociación, fue un diálogo grabado entre Juan Carlos Rodríguez y el que escribe; y en segundo lugar, la fecha de la conversación que se realizó: el 24 de abril de 1988.

El trozo que se lee es un fragmento de la conversación grabada, que es obviamente mucho más extenso que lo que se mandó a la imprenta.

 

 

Las dos siguientes fotografías pertenecen a muy cercanos colaboradores del propio  Althusser, que la ADEM invitó a Granada.

La primera pertenece a Alain Badiou  y la segunda a Etienne Balibar.

 

 

El reverso de una tarjeta de actividades de 1992, ejemplifica las diversas programaciones que la Asociación desarrolló durante años.

 

 

Una actividad muy especial, organizó la  ADEM  para conmemorar los 20 años de la publicación de Teoría e historia de la producción ideológica, libro clave y seminal en la larga bibliografía de Juan Carlos Rodríguez.

 

 

Para finalizar, saltamos a 1998, año en el que la ADEM organizó su evento más importante con conferencias, poesía, música, teatro y  cine. Se trató del homenaje a Brecht y Eisenstein.

 

 

Una memoria de actividades esbocé tras la finalización de la ADEM, que en algún momento actualizaré recogiendo todas las colaboraciones que sea posible, de aquellos que participaron activamente o asistieron a los seminarios, charlas y encuentros de aquellos años. No querría que nadie se sintiese olvidado.

 

III. Nota sobre 1916 y la obra de Lenin

Hay un capítulo del libro de Robert Payne,  Vida y muerte de Lenin, que se titula «Vagabundeos» y se sitúa entre «París» y  «Cartas desde lejos». Extenderemos en esta nota las reflexiones que a vuela pluma queremos apuntar brevemente.

A comienzos del siglo XX, el pensamiento más avanzado dentro del marxismo, ponía de manifiesto que pese al desarrollo de las fuerzas productivas que sostenían la visión revisionista, se vislumbraba una contradicción entre la internacionalización de la economía capitalista y el mantenimiento y fortalecimiento de las estructuras estatales nacionales. Ese fue el objeto de análisis de uno de mis seminarios hace ya 20 años. Le dedicaremos unos párrafos como resumen en este apartado.

Para Rosa Luxemburgo, el capitalismo necesitaba continuando su desarrollo, un mercado suplementario exterior a sus dominios en los países y capas de la población no capitalista. La urgencia de esos mercados no era sólo para producir plusvalía sino también para realizarla. De la constatación  obvia, de que el capitalismo es un modo de producción que tiende a invadir el mundo entero como medio y savia nutritiva, Rosa Luxemburgo no deduce, sin embargo, que el imperialismo sea una fase particular del capitalismo sino que constituye una «política» del capitalismo que trata de anexionarse mercados en los sectores no capitalistas. Fijémonos que esto significa, que no percibía la transformación cualitativa que supone para el modo de producción sino la razón de su derrumbe.

La posición de Lenin es totalmente diferente, porque el imperialismo, no es una «política»’ del capitalismo sino una fase particular de su desarrollo, la de su fase monopolista. Una transformación cualitativa respecto de la fase anterior de la libre competencia. Lenin, apunta al revisionismo kaustkiano, ya que la mundialización de las fuerzas productivas capitalistas conduce a contradicciones a escala mundial en lugar de borrarlas. Muy específicamente, el análisis leninista del imperialismo, se acerca por otro camino a los planteamientos trotskistas cuando estalle la primera guerra mundial. Pero con una diferencia, mientras Trotsky con su «centrismo» y sus ilusiones respecto del menchevismo, le impiden tener una política rigurosamente independiente y una organización para transmitirla, eso no serán óbice cuando estalle la guerra, para que deduzca rápidamente que el conflicto generalizado parirá una revolución proletaria. La «evolución» más parsimoniosa de Lenin, no le impedirá a acceder lógica y  directamente a las Cartas desde lejos y a las Tesis de abril (desconcertando a muchos de sus seguidores).

Una consideración necesaria sobre Plejánov: su esquema que varió muy poco aún después de la revolución de 1905, implicaba que la táctica socialdemócrata se resumía por una parte en estar junto a la burguesía en la lucha contra el absolutismo, y por otro, no dejar de llamar la atención del proletariado sobre el antagonismo de sus intereses frente a los de la burguesía. Los bolcheviques y Trotsky, en su visión,  cometían una grave equivocación al considerar a los campesinos como partidarios políticos y fieles aliados del proletariado. Había una cesura entre una conciencia del proletariado todavía desviada, y una auténtica conciencia proletaria que reconocía tanto el antagonismo entre los intereses de la burguesía y el proletariado, como la necesidad de una etapa capitalista para la consecución del socialismo. En Occidente, las revoluciones habían sido burguesas en la medida en que sus representantes tuvieron la indiscutible dirección del movimiento de oposición al antiguo régimen. Pero la revolución de 1905, en contra del esquema plejanoviano, había puesto de manifiesto la imposibilidad de combinar la burguesía con un proletariado con conciencia de clase en una revolución burguesa, al estilo europeo occidental, al anular prácticamente cualquier tendencia revolucionaria que pudiese osar sentir la burguesía.

Desde que en 1912, el cisma dentro del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) se hizo definitivo, dos organizaciones distintas, pretendiendo ser ambas el partido legítimo, se esforzaron en ganarse la adhesión de la clase obrera. Es toda una lección política, como Plejanov terminó convirtiéndose en ardiente defensor de la lucha de los aliados contra las potencias centrales. Él, que durante cerca de cuarenta años no había dejado de incitar al pueblo ruso para derrocar al gobierno zarista, terminaba ahora pidiendo que lo defendiera.

Lenin no podía creérselo, pero finalmente tuvo que admitir que lo imposible se había producido. El choque entre Plejanov y Lenin en Lausana, en octubre de 1914 fue premonitorio. No sólo sirvió para que el dirigente bolchevique denunciara la abdicación  de Plejanov, sucumbiendo a la fiebre chovinista, sino que añadió ese elemento decisivo para el futuro inmediato: su petición esencial, de transformar la guerra internacional en una lucha del proletariado por desplazar a las clases dirigentes. Plejanov consideraba absurda la posición política de los que veían en una derrota rusa la oportunidad para un avance de la causa revolucionaria. Era el final de su proceso: de defensista ante la guerra se había convertido en un derrotista respecto a la revolución.

Con diferentes matices, los bolcheviques por un lado, y Trosky por otro, estaban de acuerdo de hecho sobre la realidad de que la guerra de 1914 significaba la total liquidación del liberalismo ruso, y la conversión del proletariado en la única fuerza motriz del combate por la libertad, transformando la revolución rusa en la primera etapa de una revolución europea.

 

IV. Hipótesis de trabajo. Soros=Kautsky(falso)+Popper(falso)

Fue de Víctor Hugo el pensamiento de que no hay nada más poderoso en una sociedad que una idea a la que le ha llegado su tiempo.

En materia de análisis político e histórico, la concepción materialista, la radical historicidad,  impone ir más allá de los fenómenos cotidianos y episódicos que manifiestan las sociedades, exigiendo detectar las tendencias y corrientes más profundas que determinan y regulan su movimiento, y calibrar su dinámica, que también condiciona esos fenómenos cotidianos y episódicos.

Lo que sostenemos, es que el esquema general antiguo, en el que había una lucha entre un capitalismo imperialista financiero, intentando mantener su supremacía para que nada cambie frente a las nacientes formas de un proyecto de nueva sociedad que desafiaba tal  primacía y buscaba afanosamente, en medio de innumerables dificultades, afirmar un nuevo tiempo, ha quedado sobrepasado por la magnitud del terremoto que supone la irrupción de un globalismo «sorosiano» (lo más adecuado será recurrir al cierre de la Crítica del Programa Gotha, con Marx  parafraseando libremente a Ezequiel, Dixi et salvavi animam meam).

El último debate de relieve fue el que sostuvieron Giovanni Arrighi con Toni Negri y Michael Hardt. El primero con su El largo siglo XX, los segundos con Imperio [2].

En perspectiva, la conceptualización de Arrighi parece mantenerse estructuralmente  mientras que la de Negri y Hardt hace aguas por todas partes. Arrighi constataba dos hechos, en primer lugar, la declinación de la hegemonía de Estados Unidos desde de los setenta, siendo colocada en la secuencia de la larga historia de los ciclos de acumulación capitalista (a partir de una metodología  braudeliana) con cuatro ciclos sistémicos anteriores (el genovés-ibérico, las Provincias Unidas, Gran Bretaña, EE.UU), y en segundo lugar, la otoñal expansión financiera de comienzos de los 80 que señala la finalización de un ciclo sistémico. Arrighi testifica así sobre el primer ciclo: «la expansión material del primer ciclo sistémico de acumulación (genovés) fue promovida y organizada por una agencia dicotómica formada por un elemento aristocrático-territorialista (ibérico), que se especializó en el suministro de protección y en la obtención de poder, y por un elemento capitalista burgués, que se especializó en la compraventa de mercancías y en la búsqueda de beneficios».

El error de Arrighi se hace patente, cuando sostiene que los Estados Unidos le cede el testigo a Japón, en la carrera de relevos para comandar el próximo ciclo largo de acumulación capitalista. La transición sucede como resultado de una acumulación estructural de contradicciones; con sus propias palabras: «en la actualidad, sin embargo, es el régimen estadounidense el que está siendo sustituido, siendo la nación rica en activos (Japón) y la nación dominante del viejo orden (Estados Unidos) radicalmente diferente de la relación existente entre los Estados Unidos y el Reino Unido durante la primera mitad del siglo XX».

Como esto no es un seminario, sino una invitación al trabajo, a la investigación, una apreciación sobre la obra de Negri y Hardt, nos bastará para cerrar su crítica y abrir el mayor síntoma ante nuestra vista.

Sin entrar en el detalle de sus argumentaciones, nos atrevemos a escoger una serie de negaciones fundamentales, relación centro-periferia, conflictos por la hegemonía entre las distintas potencias, problema de la articulación concreta de la lucha de clases y los sectores populares en el conjunto y en su particularidad, etc… que implican el rechazo a la dialéctica, el rechazo a la teoría del «eslabón más débil», la disipación de la diferencia entre estrategia y táctica, porque la construcción del Imperio sin un «afuera» y  la globalización de las relaciones económicas y culturales, señalan que el centro virtual del imperio puede ser atacado desde cualquier punto.

Los ejemplos contrarios a esta teorización son numerosos, pero uno solo, el asalto al Capitolio la dejan desarmada y congelada.

Por el contrario, debemos estar por un pensar libre que se esfuerce por reventar la inercia del concepto a reducir, someter, transmitir una visión trascendente de lo real como un todo unitario, refugiándolo bajo un severo miriñaque que arrastra una mitologización, una nueva opacidad en la que la sociedad y la teoría que la piensa chocan de nuevo con la incomprensión del flujo y la interacción de lo real.

Hay que partir de datos reales, en medio de paradojas y antítesis en agitación constantes que obligan a estar en perpetuo alerta, incluyendo la tentación de la totalización, de lo excesivo e insuficiente.

Volvemos a esa imagen del comienzo de esta invitación al trabajo colectivo y libre.

El chándal con su leyenda: Open Arms.

Son ya numerosos los estudios sobre lo que hemos arriesgado en llamar globalismo sorosiano (que obviamente no se refiere solo a este personaje) que desentrañan el tremendo conjunto de instituciones, ONG’S, personalidades, etc, que conforman un entramado de difícil comprensión, pero que conducen a un NOM (Nuevo Orden Mundial) que sus promotores no esconden: de Brzezinski a Gates.

De todo ese entramado, en este pequeño ensayo, hemos elegido sólo uno, que cuenta con una dimensión cuantitativa:

 

 

Final. Punto y seguido

Lo que vendría en el siguiente capítulo, el V, sería un recuerdo de La Boetie y su servidumbre voluntaria, porque de eso se trata: de nuestro sometimiento voluntario. Mientras crece la confusión, mientras cunde la desvergüenza y la osadía hasta el punto de que nuestros venerables antepasados no pueden defenderse del asedio de la mediocridad arropada, mientras se amontona el cinismo y la hipocresía, es necesario un acto que tantas veces ha congregado a los que no se doblegan, con la intención de asentar la verdad y denunciar la falsía.

Y volvemos un poco más atrás, a la cita inicial de Juan Carlos Rodríguez, y su libro, todos sus escritos y dichos. Una constante…