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El objetivo de la presente propuesta es triple y simultáneo en su preparación y desarrollo:

1º.- Conseguir con mayoría absoluta el Gobierno Andaluz.

2º.- Fortalecer y desarrollar el  PCA.

3º.- Aumentar de manera notable nuestro peso municipal y consecuentemente también en Las Diputaciones.

Dos cuestiones previas conviene considerar:

  • ¿Es necesario?
  • ¿Es posible?

 

¿Es necesario?

Vamos a comenzar por la primera. En un reciente artículo aparecido en Diario 16, y en un análisis sobre la política española se introduce un término preocupante: «la paramización» de la actividad política en el país. Fraga no aparece como una alternativa válida al PSOE, ha llegado a su techo máximo. Se le achaca al grupo de Coalición Popular su actitud de crítica inoperante, su falta de alternativa concreta a aspectos concretos de la política del Gobierno. Lo más que Fraga está haciendo en los distintos niveles de las Instituciones en las que son oposición, es una labor obstruccionista utilizando el Tribunal Constitucional o las Audiencias Territoriales.

Las soluciones en materia económica dadas por el Gobierno. Las maneras de ejercer las los distintos niveles de Gobierno son de una total y absoluta coincidencia con la política liberal-conservadora propugnada por el grupo de Fraga. Me atrevería a calificar la actual situación de bipartidismo como de «neo-canovista» consistente en la presentación de dos matices distintos de una misma política. Quisiera hacer hincapié en la similitud, que yo encuentro, entre el momento actual y los finales del XIX en España. Rogaría a los miembros del Comité Central una reflexión sobre éste punto. Los resultados previsibles del 30 Congreso del PSOE se encargan de evidenciar el cambio de naturaleza  que se está produciendo en esta formación política. Pero no quisiera llevar la discusión por este sugestivo camino.

Cualquier operación de tipo reformista no podrá, en el mejor de los casos, sino arrancar mínimas zonas de representatividad dentro del espacio que cubre el oceánico PSOE. Sabemos que la realidad es la unión de lo objetivo con lo subjetivo; es decir, lo que es, es, y además cómo aparece ante la conciencia individual y colectiva. El 28 de Octubre de 1982 se manifestó de una manera no muy vertebrada pero sí claramente, lo que llamamos el bloque social de progreso; en un momento electoral desde jornaleros hasta la clase media, confiaron que votando al PSOE podría abordarse la modernización de España. El que haya fracasado tal política es lo objetivo, pero ¿cómo se vive a nivel de mentalidad en la calle? Los niveles de frustración, desencanto y desconfianza, no ya hacia el PSOE, sino a todo lo político, son preocupantes. Sin embargo yo añadiría una nota más de gravedad: la desarticulación de la sociedad civil, estamos en unos momentos en que la sensación de crisis, de pérdida de valores y de cierto milenarismo, es profunda. Para el ciudadano normal que no tiene nuestros elementos de análisis; que no está convencido como nosotros, que las Instituciones y el propio Estado no son sino instrumentos de dominación, la sensación de vacío lo acobarda y lo arrastra, cuando no a posturas de inhibición a apoyar soluciones de fuerza. Ante los ojos del ciudadano medio, las Instituciones más «prestigiosas» como los Tribunales, los cuerpos más monolíticos y «unidos» como la Policía o el Ejército, aparecen con sus lacras, sus defectos y sus escándalos; esto es preocupante porque este mismo ciudadano no ve todavía una alternativa de claridad, rigor, austeridad y moralidad. De no corregirse esta situación, el PSOE y la política española pueden llegar a una situación similar a lo que ocurre en Méjico con el PRI.

En muchos aspectos estamos todavía como en las primeras décadas del siglo XX. La modernización de  España, en profundidad, no ha sido acometida. El Estado de las Autonomías está siendo vaciado de contenido. Los Ayuntamientos de España que eran hasta ahora el ejemplo de inversión y de reactivación económica, están siendo empobrecidos por el recorte brutal de sus ingresos desde la Administración Central. Incluso aquella esperanza del votante medio, basada en que, al menos, se desterrarían esos vicios nacionales llamados corrupción y enchufismo, se ha visto frustrada.

Los grupos humanos y los colectivos que mantenían el nervio teórico y político de la izquierda, en los últimos años del franquismo, o han desaparecido o se han refugiado en un posibilismo totalmente estéril. Y todo ello en el marco de una crisis total, con problemas heredados del siglo XIX que se acumulan, creando cada vez más una madeja de difícil desenredo. Creo que con estas breves palabras he demostrado que es necesaria una reactivación de la política de izquierdas, pero con una profunda seriedad y el máximo rigor posible. Toda hipótesis, que en estos momentos juegue con una posible salida revolucionaria al estilo de cualquier país tercermundista, es a mi juicio, puro escapismo o cuando menos un ensueño. Es cierto que estamos asistiendo a un brutal aumento del paro (en todos los sectores de la producción y en los servicios) y a una lenta proletarización de grandes sectores de la población, pero llamaría la atención en el sentido de que pienso que esta proletarización se está haciendo en el sentido romano del término, en el sentido de plebe, a la cual con mil trampas y corrupciones se les da unos subsidios mínimos o se les permite una economía subterránea (el 34% en Andalucía). Por otra parte actividades culturales de Ayuntamientos y Diputaciones con una loable intención, por supuesto, termina de dibujar el cuadro que nos recuerda, salvando las distancias, el pan y circo de la Roma Imperial.

 

¿Es posible?

Quiero argumentar en primer lugar, en contra de dicha posibilidad. Hoy por hoy el Partido Comunista carece de una alternativa programática verificable aquí y ahora. El estado de nuestra Organización no es en absoluto halagüeño; no se trata de una pérdida de militantes, es que apenas hay militancia y militantes salvo que se llame militante a cualquiera que tiene un carnet). La actividad política, no solo en las Agrupaciones, sino en los órganos de dirección, se ha quedado en un mero ritual litúrgico consistente en la repetición de fórmulas, en ciertas actividades administrativas, en actividades conspirativas de ínfimo orden y una furibunda visceralidad a la hora de enjuiciar la política del Gobierno. Muchas veces estamos sustituyendo la alternativa por la declaración de principios o por la descalificación del adversario y, a veces, ni siquiera una descalificación política sino de tipo moral.

Somos hoy en Andalucía un partido eminentemente rural, casi sin implantación en los núcleos de población urbana; y nos llamaríamos a engaño si estableciésemos un correlato entre mayorías municipales y la implantación del Partido en el municipio de esa mayoría. Esta ruralización del Partido no está en absoluto de acuerdo con la población activa andaluza por sectores de producción y además, la tendencia a aumentar del peso del sector terciario (servicios) es totalmente irreversible. Que seamos el Partido de la Reforma Agraria no quiere decir, en absoluto que nos centremos únicamente en eso; es más la Reforma Agraria integral no será posible sin el apoyo de las masas urbanas y de los otros sectores de la producción; olvidar eso es no tener en cuenta la historia de las revoluciones que en el mundo han sido.

Junto con lo anterior, por falta de clarificación ideológica y, por muchas causas que no viene a cuento, nuestra práctica política adolece de primitivismo, no sólo en las formas sino también en los fondos, y de ahí el miedo a ser superado por organizaciones supuestamente a nuestra izquierda en virtud del radicalismo de su lenguaje o del espontaneismo más infantil.

Sin embargo tenemos a nuestro favor otras cosas. En primer lugar la necesidad de abordar como Partido la crisis actual de la sociedad y de la política española. A pesar de nuestra debilidad y de nuestros fallos, conservamos todavía una serie de características fundamentales para nuestro relanzamiento en torno a un PROYECTO:

  • Seguimos manteniendo, aún en los niveles más rudimentarios, una coherencia basada en unos principios filosóficos y políticos que conservamos.
  • Siquiera mínimamente conservamos el mínimo de utopía y de esperanza en la transformación del mundo.
  • Desde un año hacia acá hay evidentes síntomas de una lenta recuperación.
  • Hemos sabido conectar en los últimos tiempos con problemas que sensibilizan a la opinión pública.
  • Mantenemos, todavía más que nadie, nuestra conexión con el movimiento obrero y empezamos a trabajar en los problemas de los trabajadores no manuales.
  • Seguimos conservando todavía la imagen de honestidad económica.
  • Amplios colectivos y personas se vuelvan hacia nosotros como la última esperanza de la izquierda.
  • Nuestra actividad municipal ha probado, por lo menos una cosa, que somos capaces de hacer una gestión eficaz sin renunciar ni contradecir nuestra ideología política.

En unos momentos en que la política de imagen y de gestos está haciendo aguas por todas partes, el lenguaje clásico comunista de concreción, constancia, reflexión y seriedad, es el que la población en el fondo quiere escuchar.  Es el momento de trasladar al estudio y al trabajo colectivo nuestra voluntad transformadora, y eso se hará cuando estemos dispuestos a asumir plenamente el riesgo de entrar en el resbaladizo terreno de la realidad concreta de cada día concreto. Nos equivocaríamos y daríamos muestras de no conocer a la población andaluza si creyésemos que ésta sigue guiándose todavía por imágenes más o menos agradables o por operaciones al estilo del marketing made in USA.

 

¿Qué hacer?

Debemos partir de una tesis clara: la labor fundamental de los Partidos Comunistas es ORGANIZAR (la revolución, el cambio, los movimientos,…). Un Partido Comunista no puede entrar en el juego de presentarse como una alternativa técnica a los distintos problemas del país en virtud de lo que sus cuadros, sus militantes o sus técnicos entiendan que debe hacerse. Esa visión es la perdición de los partidos de izquierda: es entrar en el mercado de la oferta y la demanda política y es, en definitiva, aceptar a perpetuidad un determinado techo electoral. El Partido Comunista debe, en un proceso de penetración en la sociedad civil: Devolver a las masas hecha teoría, las aspiraciones, las ideas, las iniciativas, que éstas, aun de manera confusa puedan sentir. Una teoría que no sea simplemente una explicación, sino un impulso a la acción, para ser reflexionada de nuevo y llevada a la práctica. Por esa razón no puede haber transformación sin participación. Un Partido Comunista se constituye como alternativa en el momento en que es capaz de poner a trabajar en torno a un proyecto concreto, con unos valores concretos, a una gran cantidad de colectivos concretos. Se trata, en definitiva, de saber actuar en la coyuntura; entendiendo la coyuntura como punto nodal en el que se condensan las contradicciones. Y las contradicciones en la España y en la Andalucía de hoy son legión:

  1. Paro e inflación no constituyen ya los ejes alternativos de una política económica de salida a la crisis.
  2. El avance científico y la tecnificación, por estar al servicio de intereses particulares, están produciendo más paro.
  3. Un sistema económico que vive del consumo de las masas, no puede por otra parte darle a esas masas el trabajo necesario para que con su retribución económica pueda satisfacer ese consumo.
  4. Una Andalucía con una fuerte problemática rural coexiste con una Andalucía de grandes núcleos urbanos en algunos de los cuales ya hay problemas típicos de las grandes Áreas Metropolitanas.
  5. Una sofisticación de lo que se ha llamado “nivel de vida” en abierto contraste con unas condiciones de vida cada vez más degradantes (desde la alimentación, al ocio, pasando por el medio ambiente, etc…).
  6. Una actuación sindical que simultáneamente actúa sobre dos puntos concretos de una contradicción coyuntural: los niveles de subida salarial y la creación de puestos de trabajo.
  7. El inmenso poder institucional de un partido que tiene el Gobierno de la Nación, catorce gobiernos autonómicos y la inmensa mayoría de los Ayuntamientos de España, pero que no tiene ni consenso ni apoyo en la Sociedad Civil. Y esta paradoja se refuerza con otra más: esta situación ha devenido del sufragio universal.

En ésta situación, de la que he plasmado unas pinceladas, es en la que tenemos que actuar; la siguiente cuestión es

 

¿Organizar en torno a qué?

Hasta ahora las organizaciones humanas lo han hecho en torno a los siguientes parámetros:

  1. Unos sentimientos (a veces unos niveles de conciencia difusa).
  2. Unas reivindicaciones.
  3. Una ideología.
  4. Un proyecto.
  5. La conquista de una Institución (el poder, en definitiva).

Hay ejemplos claros para cada uno de los distintos niveles que he reseñado. Todos ellos obedecen, en última instancia, a sus intereses como clase o como grupo, pero se defienden mejor o peor según el nivel en el que se esté y también según se asuman o no los niveles anteriores. La UCD fue un ejemplo claro de empezar por el nivel 5; las consecuencias ya las conocemos todos. En nuestro Partido, a través de su historia remota y próxima, los tres primeros niveles están incorporados; el problema consiste e reactivar y clarificar el punto 4 para conseguir el 5.

Y he dicho sin ambages que nuestro Partido se proponga y proponga públicamente como meta a conseguir el Gobierno Autonómico de Andalucía. Esa propuesta constituye el punto de arranque de unas expectativas, de unos proyectos, de unos apoyos y de la asunción de compromisos por parte de amplios sectores y colectivos de nuestra población; y lo es porque partimos de un momento de excepción, en el que la propia sociedad está demandando ser articulada, ser ilusionada, ser movida por algo más que la imagen. Además una alternativa de progreso fuerte y en profundidad no es ya una hermosa meta por al que hay que luchar, es una necesidad; es lo mismo que el socialismo, que de ser un hermoso ideal para los hombres del S. XIX y mitad del S.XX, ha llegado a ser una necesidad. Antes he utilizado la palabra excepción; lo he hecho con una clara intención: mostrar un momento en el que los Partidos Comunistas de todos los países han sabido moverse con excepcional lucidez y energía. Debemos recordar que el impulso y crecimiento del PCE se efectuó en España durante la guerra civil, como consecuencia de la justeza de sus propuestas, en aquel momento excepcional y concreto. Entonces se trataba de organizar la victoria en la guerra civil, ahora se trata de organizar seriamente el auténtico cambio.

El que sitúe la conquista de la Junta de Andalucía como elemento dinamizador del desarrollo de nuestro Partido, tiene en contra la experiencia vivida en estos cinco años en los Ayuntamientos con mayoría comunista. Efectivamente, la consecución de esas mayorías no ha servido más que para hacer una mejor gestión pero no ha servido, en absoluto, para potenciar las Organizaciones y al propio Partido (quiero aclarar que cuando hablo de Partido no solamente me refiero a los que tenemos carnet y estamos organizados, sino también a una multitud de personas que podrían, si se les explicase bien, estar de acuerdo con nuestras propuestas políticas). Y ello es el resultado de varias causas que someramente paso a detallar, ya que su contraimagen nos irá marcando las características de la propuesta que pienso desarrollar.

  • En 1979 pecábamos de voluntarismo, por desconocimiento de la mecánica municipal. En 1983 hemos pecado de tecnicismo y de práctica de exclusiva gestión por pérdida de lo mejor y más aprovechable de las características de 1979.
  • Hemos caído, en la práctica, en el viejo error socialdemócrata de pensar que los cambios son posibles desde las Instituciones únicamente. Lo cual ha conllevado la desmovilización y el desinterés.
  • Se ha producido, muchas veces una división, no solo en la práctica, sino también en la valoración política entre los comunistas del Ayuntamiento y los comunistas fuera del Ayuntamiento. Esta división ha conllevado una especialización; unos tenían que gestionar y otros tenían que encabezar movimientos y presiones, algunas de ellas sobre el propio Ayuntamiento. A veces se ha instado a los Ayuntamientos a sumarse y ponerse al frente de la lucha global y general en problemas fuera del ámbito de lo municipal. Y se ha dado la paradoja de que alcaldes y concejales tenían que sumarse como tales, a tal o cual huelga, manifestación o aspecto particular de cualquier lucha; sin embargo los gobernantes municipales comunistas no se han visto apoyados de manera masiva por los otros colectivos (en los que había comunistas) en su tremenda y titánica lucha contra la Administración Central en cuestiones vitales que afectaban al nivel de vida de la población o a su salario indirecto.

En todo esto hay, a mi entender, una mala lectura, una aplicación mecánica de nuestra tesis de que somos a la vez, un partido de lucha y de gobierno. A mi entender la síntesis de estos dos conceptos es gobierno en lucha; es decir, la asunción por parte del colectivo del Partido y otros colectivos sociales de que hoy en las Instituciones se desarrolla una lucha extraordinariamente importante. Pero ese apoyo no puede ser posible si el Gobierno en cuestión (local, autonómico,..) no es producto y resultado de un proyecto colectivamente pensado, estudiado, redactado y asumido. Se trata de conseguir que el Gobierno no aparezca como un fin, sino como un medio para conseguir el fin llamado programa o proyecto. De ahí que tan importante como el programa sea la manera como ha sido elaborado y también la manera de cómo piensa desarrollarse. Con un tipo de proyecto así estamos llegando a un nivel de compromiso, de participación y de movilización que permita arrojar por la borda la enervante quincalla de esa operación fraudulenta que se llama política de imagen y que tanto daño le está haciendo a la noble tarea de la política

No es que yo defienda que la tarea del Partido deba agotarse en el apoyo a la lucha del Gobierno, porque también será necesario actuar en los niveles fuera del ámbito del Gobierno. La tarea del gobierno con el programa es llenar plenamente de contenido la legalidad vigente (y no es fácil la tarea). El trabajo político del Partido es participar como impulsor de esa batalla y como intelectual orgánico dentro de la sociedad civil. Solamente de esa manera se puede estar en condiciones de conquistar la hegemonía en el sentido gramsciano del concepto.

Todo lo que he dicho anteriormente ha sido conducente a la propuesta de trabajo que presento ante este Comité Central, para conseguir el objetivo, el triple objetivo, enunciado al principio de este documento. Se trata pues de empezar a trabajar ya en la redacción de un programa de gobierno para Andalucía, el cual debe estar informado por las siguientes líneas políticas:

  1. Autonomía plena, sin recortes ni marginaciones.
  2. Autonomía andaluza con visión del Estado Español, de manera que trascendiendo el hecho puramente andaluz se presenta como una Autonomía capaz, desde su especificidad, de dar una alternativa y ser el aglutinante del nuevo Estado. Se trata, en definitiva de no incurrir en provincianismo y hacer válido el lema: «Andalucía, por sí, para España y la Humanidad».
  3. Autonomía andaluza con claros contenidos de dignidad y soberanía nacional frente a las actitudes serviles y claudicantes con otros Estados. Se trata de avanzar en una política de independencia nacional (Rota, Morón, Marruecos, etc.).
  4. Autonomía andaluza apoyada fuertemente en Ayuntamientos y demás Entidades Locales que surjan a fin de conseguir los siguientes objetivos: a) Entidad autonómica restándole fuerza a la Administración Central y no a la Local, es decir, hacer Ayuntamientos fuertes para reinvertir hacia la dirección contraria el proceso Autonómico actual, consistente en que los entes autonómicos se están reafirmando a costa de difuminar las instituciones de inferior rango. b) Pacto institucional con los ayuntamientos. Y podemos ofrecer algo: la participación de los mismos en los fondos de la Junta de Andalucía, llenando así de contenido el artículo 142 de nuestra Constitución. De esta manera podremos también pactar las atribuciones y competencias dentro de un programa general.
  5. Reforma Agraria Integral.
  6. Gobierno de contenido pleno tanto del texto constitucional como del Estatuto de Autonomía.
  7. Gobierno de estricta observancia de la legalidad, en el sentido más riguroso del término.
  8. Política de incidencia en la política nacional, en base a una traslación de iniciativas legales al parlamento de la Nación.
  9. Política de reconstrucción, a niveles económicos, culturales y morales en el marco de una nueva ética en las Instituciones y en la vida pública andaluza.
  10. Política de austeridad y sobriedad, desde el ejemplo en los sueldos de los cargos públicos del Gobierno andaluz.

Estas líneas políticas deben conformar un programa que, a mi entender debe tener las siguientes características:

  1. De Partido, es decir, dentro de nuestro proyecto ideológico, conforme a nuestra estrategia y a los acuerdos del XI Congreso.
  2. Abierto, es decir, que sin salirse del marco enunciado en el punto anterior pueda ser lo suficientemente flexible en ciertos aspectos de la táctica.
  3. Que incorpore la problemática de un espectro social que vaya desde los jornaleros hasta las capas medias de la población; sin excluir la problemática de los marginados de toda índole.
  4. Concreto: sin ninguna generalidad, sin enunciación de intenciones o promesas que solo puedan verificarse en otro modelo de sociedad.
  5. Factible. Que las medidas y alternativas propuestas puedan tomarse al día siguiente de la toma de posesión del nuevo gobierno.
  6. Cuantificado y constatado con la realidad presupuestaria de la Comunidad Autónoma.
  7. Lo posible como conseguible a través del apoyo popular y la aspiración como tal, explicitando las condiciones de concienciación social que pudieran crear las condiciones objetivas para su realización.
  8. Elaborado colectivamente.

 

¿Cómo hacerlo?

Me adelanto a puntualizar que no hay en mi propuesta una intención de elaborar un programa de manera asamblearia, sino de articular un sistema organizativo de discusión y trabajo que sea la síntesis de la horizontalidad y la verticalidad; para lo cual creo que el Programa debe realizarse con las siguientes fuerzas y Organizaciones:

  1. Organizaciones del Partido.
  2. Sindicatos.
  3. Organizaciones Agrarias y Pesqueras.
  4. Ayuntamientos.
  5. Colegios profesionales.
  6. Colectivos ecologistas de reconocida seriedad y sin folklorismo alguno.
  7. Personalidades de reconocida capacidad técnica y cultural y visión progresista de la actualidad.
  8. Juristas con las condiciones del punto anterior.

Un programa de gobierno con las características que acabo de formular tiene, a mi juicio, las siguientes ventajas:

1º.- Elimina la demagogia electoral, el lenguaje panfletario e inaugura un nuevo modelo de trabajo serio y colectivo.

2º.- Sitúa en el terreno de lo concreto a las fuerzas políticas y sociales participantes, así como a los distintos colectivos.

3º.- Sirve para ensanchar el movimiento del futuro cambio y genera una dinámica de participación ilusionada. Si me permitís la expresión un tanto pedante diría que se trata de extender y crear una mística de lo prosaico.

4º.- Sirve de enseñanza y por tanto, de escuela de formación a todos los niveles, porque en la concreción de los problemas la luz de la teoría se hace más evidente.

5º.-  Constituye una propaganda electoral anticipada, constante y seria porque, a la vez que genera expectativas y adelantos de votación, multiplica por mil las voces, las conversaciones y las opiniones de militantes o afiliados a cualquiera de las organizaciones actuantes.

Para terminar voy a exponer los pasos cronológicos que deberíamos dar para poner esto en marcha. Quiero subrayar que ésta sería la casi exclusiva labor a la que se entregaría el Partido desde el momento en que se decidiera hasta las elecciones. Lo cual no constituye ninguna dejación de trabajos en los distintos frentes de la problemática social y política, sino la preparación activa para una respuesta de superior calidad que va generando niveles de conciencia gradados desde la expectativa inicial a la asunción de responsabilidad.

  1. El C.C. del PCA en rueda de prensa, da a conocer el candidato para la presidencia de la Junta de Andalucía.
  2. Paralela y simultáneamente el Secretariado del C.C. o la Comisión que se designe (presidida por el Secretario General y con la presencia del candidato) se entregarán con una rigurosísima disciplina a la dirección de las tareas a realizar.
  3.  El candidato, junto con la dirección del Partido, da a conocer en manifiesto o en rueda de prensa las líneas básicas del programa a desarrollar y hace un llamamiento a la población andaluza para que se incorpore a la tarea colectiva de realizarlo.
  4. El Secretariado o la Comisión elegida, darán periódica cuenta al Partido y a la opinión pública de los niveles de trabajo que se vayan alcanzando. Considero que entre el llamamiento general y la redacción definitiva del Programa, tiene que haber un mínimo de tiempo que oscila entre los 8 y los 10 meses, pero sin perder un solo día y con un control riguroso del tiempo y del trabajo. No podemos cansar a la gente con reuniones estériles.
  5. En el debate de censura que el Grupo Popular va a introducir en el Parlamento Andaluz, el Portavoz Comunista transforma dicho debate de censura en la creación de expectativas en torno a una manera nueva de hacer las cosas.
  6. Simultánea y paralelamente, precedido de debate en cada provincia se va trabajando en la creación de la infraestructura política necesaria en los niveles provinciales de la nueva Administración. La idea es ir creando también los cargos políticos dependientes de la Junta de Andalucía en las distintas provincias para que haya una identificación entre los futuros Delegados de la Junta y el proceso de formación del trabajo.
  7. Igualmente se preparan las candidaturas municipales al socaire de las expectativas creadas y como apoyo necesario en cada localidad al nuevo Gobierno autonómico.
  8. Dos meses antes de la campaña electoral, el candidato a la Presidencia da a conocer la composición de su Gobierno, caso de ser elegido. En las distintas provincias se dan a conocer las personas y cargos que ocuparán las Delegaciones de Junta de Andalucía.
  9. Un mes antes de la campaña electoral, los futuros Consejeros de la Junta viajarán por todas y cada una de las provincias andaluzas, dando a conocer el Programa en compañía de los candidatos al Parlamento.
  10. La campaña electoral debe ser una campaña suave sin agotamientos, porque el trabajo ya ha sido hecho. No obstante en este último apartado quisiera resaltar una directriz importante: debemos desterrar para siempre los ataques e insultos, tanto al PSOE como al Grupo Popular. Nuestras palabras deben basarse en lo que pretendemos hacer, es decir, resaltar el aspecto positivo. Solamente en el caso que tuviésemos que desmontar las opiniones de las otras fuerzas políticas, le haríamos la crítica a las mismas, pero con seriedad, datos, rigor y corrección en la palabra. Debe ser nuestra obligación llenar de ideas la cabeza de los andaluces y quitarle pasión a los corazones.