En Madrid, a mediados de Octubre de 2012, a lo largo de dos sesiones, se ha celebrado en el salón histórico del Ateneo el Congreso de Escritores, Intelectuales y Artistas por el Compromiso.
Aparte de sus trabajos, mantenía un referente: el 75 aniversario del Congreso de Escritores por la Cultura. Aquel de 1937 fue un Congreso contra el fascismo y en defensa de la República; éste ha sido un congreso contra la dictadura de los mercados y del capitalismo financiero y a favor de una democracia participativa, republicana. El Congreso del 37 desarrolló sus sesiones en Valencia, Madrid, Barcelona y París; y asistieron escritores de todo el mundo. Rafael Alberti y María Teresa León, entre otros, hicieron un periplo mundial para asegurar la asistencia. García Márquez, a mediados de los 80, en un encuentro en La Habana, dijo que los congresos de intelectuales solían ser de entretenimiento, menos el de 1937, que tuvo una indudable influencia histórica.
En 1987, organizado por Jorge Semprún, se celebró otro Congreso, que tuvo en Octavio Paz su referencia específica. Paz intentó una relectura del Congreso del 37, que rozó planteamientos anticomunistas, apoyándose en el famoso viaje de André Gide a la Unión Soviética, en función del cual declinó su asistencia al Congreso de 1937. Lo que quizás no esperaban Semprún y Octavio Paz fue la posición firme y rigurosa de Manuel Vázquez Montalbán a la hora de situar los temas y no aceptar las posiciones revisionistas planteadas desde un ámbito postmoderno y al margen de los hechos históricos reales.
El lanzamiento del Congreso de 2012 se hizo en la fiesta del PCE, en Madrid, en el verano de 2011, con motivo del homenaje a Gabriel Celaya. A partir de entonces se redactó un borrador de manifiesto, publicado con unas pocas firmas, que poco a poco se fueron incremento hasta llegar, en el último día del Congreso a una 200, cuando se comunicó la adhesión de José Luis Sanpedro. El borrador de manifiesto, que sería discutido y aprobado definitivamente en las sesiones del Congreso, contenía los objetivos del mismo.
1) La necesidad del compromiso político de escritores, intelectuales y artistas, en un momento histórico de lucha aguda de clases y en el seno de una crisis descomunal, provocada por el capitalismo financiero a fin de mantener su poder y su concentración de beneficios a costa de los trabajadores y del empobrecimiento masivo de la población. Lo intelectuales, incluso, podían partir del reconocimiento de una derrota ante la ideología dominante y el discurso único; pero precisamente la marca del compromiso no era otra que la idea de reconocer la derrota, pero no aceptar los valores del adversario. Es decir, derrotados pero no vencidos y mucho menos rendidos. Con lo cual se rechazaba igualmente la equidistancia y la aceptación de las pautas mercantilistas del discurso normativo de la postmodernidad.
2) La necesidad de una práctica artística y una literatura “otras”, alternativas, antidominantes, en el sentido de no aceptar el mercado como santo y seña y no reconocerse en el canon marcado por la crítica y la literatura y el arte postmodernos. En absoluto se habla, en este capítulo, de un arte y literatura planfletarios, y baste como ejemplo de lo que se designa nombres como Brecht, Pasolini, Otero, Neruda, Miguel Hernández, Celaya, Alberti... o incluso nombre de algunos asistentes o adheridos a este Congreso de 2012: Genovés Marta Sanz, Carlos Álvarez, Armando López Salinas, Fanny Rubio, Matias Escalera, Juan Madrid, J.A. Hormigón, José Luis Sampedro etc., etc.
3) La necesidad de un discurso explicativo y crítico diferente acerca de la actividad artística y literaria, en cuanto producción, y no creación o “expresión” espiritual; y producción ideológica, entendiendo ideología como relación imaginaria con las relaciones sociales de producción; y en cuanto antidominante, relación desde el punto de vista de clase, desde el punto de vista (y contra) la explotación y el dominio. Frente a la legitimación del arte hegemónico desde el punto de vista del mercado, una explicación por fin real de la estructura material de éste. Frente a los “tiraboleiros” del gran botafumeiro en el templo del poder y las bodeguillas (en palabras de López Salinas), una posición de dignidad ideológica y de compromiso. Frente a la lectura dominante, que es la lectura de la clase dominante y del mercado, una lectura antidominante, de clase, y esta vez sí explicativa de la estructura real y sus efectos sociales.
Se trataba, desde el principio, de un Congreso abierto, no de partido ni de clan. Se llegó a hablar, en plan castizo, de “un queso con muchas leches”. Y, en este sentido, las síntesis alcanzado se han hecho en base a la participación de integrantes de las tres culturas críticas del siglo XX y XXI: la anarquista, la comunista y la socialista (crítica), siendo importante reseñar la participación de jóvenes airados e indignados, que han lucha y siguen luchando en la calle por otra política y otra forma de hacer la política.
Los objetivos más inmediatos del Congreso iban referidos a tres logros concretos: la síntesis final en el texto del manifiesto, que se consiguió y se adjunta ya con las enmiendas incorporadas. La coordinación de un libro con las ponencias y comunicaciones, se hayan o no conocido en los dos días del Congreso, que se editará por la editorial cooperativa Atrapasueños (esperamos los textos, incluso de aquellos/as que se han incorporado tras el Congreso). Y, finalmente, la necesidad de que el Congreso no sea un acto efímero, una simple fotografía, sino que se constituya en referente permanente de cara a otro Congreso y a la necesidad itinerante de que las conclusiones de éste sean presentas en distintos sitios. De hecho ya ha habido comunicación de las conclusiones en actos celebrados a partir de octubre, como se prevé hacerlo en Puerto de Santa María y Valencia en un tiempo cercano.
El Congreso de 2012 arrancó con una conferencia del profesor Aznar Soler, gran especialista en el Congreso del 37, sobre el que ha publicado textos imprescindibles. En un momento llegó a hablar de las bombas que sonaban durante las jornadas de celebración en aquel Madrid sitiado. Realmente Madrid, al menos la manzana del barrio de las Letras, estaba sitiada por vallas, colchonetas, furgonetas y retenes policiales en todas las esquinas, aquella mañana del 13 de octubre de 2012 cuando nos incorporamos a la sesiones del Congreso. En todo caso, las que sonaban eran las bombas de racimo, de atronador silencio, del dominio de los mercados y el poder financiero sobre la vida de los ciudadanos y la propia democracia. En 1937 Bergamín, ante la mar alta de una sala removida por la ausencia política de André Gide, pidió silencio para que se oyeran las bombas, y así poder seguir las discusiones, con la constancia del cerco, en un todo de mayor unidad. Esta vez no ha hecho falta una intervención como la de Bergamín a la hora de conseguir aunar criterios y alcanzar los objetivos propuestos.